No te necesito, estoy harta, no puedo más, me estoy
acostumbrando a tu manera de ser, a tus cambios, y me estoy convirtiendo en una
sombra tuya: eres tóxico, un hombre tóxico.
La tarde que nos presentaron unos amigos pasaste
desapercibido, quizá por mi decisión tomada hacia unos meses, dar un descanso a
mi corazón.
Un amigo mío me lo había
recomendado al verme un día llorar y llorar y sin saber porque lloraba. No
estaba bien, me sentía sola, buscando un no sé qué, o un no sé cual.
Pasaron varias semanas y nos volvimos a encontrar en una
fiesta de verano, típica terraza con farolillos japoneses y antorchas
africanas. Y como en todas las películas de amor que se tercie los
protagonistas, es decir, tú y yo, nos quedamos hablando hasta que no quedó
nadie en la terraza, los farolillos se apagaron y las antorchas perdieron el
fuego.
Un rápido intercambio de teléfonos y un “nos llamamos”.
Desde hace tiempo los “nos llamamos” me suenan a aquello de “espérate
sentada si piensas que te llamaré”. Al contrario de mis pensamientos a los dos
o tres días mí móvil sonó, no voy a mentir y diré que el corazón se me disparó
al ver tu nombre en la pantalla. Habíamos pasado una noche muy agradable contándonos
nuestras vidas aceleradamente y resumiendo capítulos. Nuestra charla concurrió,
como te lo diría, un poco cortante, la verdad es que no me había hecho la mas mínima
ilusión que me fueras a llamar y entre que mi corazón iba disparado y que soy
bastante retraída para según qué cosas, solo tartamudeaba palabras inconexas.
Gracias a ti, a tu verborrea barata, la conversación acabó
con una cena pendiente el viernes…
Y llegó el viernes, me arreglé con esmero, con un vestido
negro sin mangas y unos taconazos que te levantan el trasero más que cualquier
otra cosa que anuncien en la Teletienda.
Me pasaste a buscar por casa y ahora me doy cuenta que lo habías
planeado todo. Una cena intima en una terraza de la Vila Olímpica, unas copas
en un chill-out, y así fuimos cerrando los garitos de Barcelona hasta que se
hizo casi de día.
Como prudente que te muestras en las primeras citas, esperándolas
venir, me dejaste en casa y con un beso
suave en los labios me volviste a decir las palabras “nos llamamos”. En aquel
momento no deseaba el pensamiento que siempre me rondaba la cabeza: “chatina espérate
sentada”. Subí a casa y me acosté, pero no sé si era el estado de excitación
mental o la Coca Cola ingerida toda la noche no podía mirar dejar de mirar el teléfono.
Ni una llamada ni un WhatsUpp, nada. Pero que tonta fui. Tu dormías… Y yo poco
a poco me fui quedando dormida hasta que mi móvil hizo el ruido de “Campanilla
de Peter Pan” un WhatsUpp…
……..
Espero que no nos dejes mucho tiempo con la intriga, que yo me engancho a los buenos relatos y luego no puedo parar!
ResponderEliminarBesitos artista!!!
Prometo no dejaros demasiado tiempo con la intriga del Hombre Tóxico
EliminarEnganche total, me gusta.
ResponderEliminarImpaciente por la próxima entrega.
Saludos.
Te encontré por casualidad y quisiera seguir leyendote..lo que no se es como hacer para seguirte!!
ResponderEliminarTe encontré por casualidad y me gustaría seguir leyéndote, pero.. no se como hacerlo!!..
ResponderEliminarUyyy..!! ya lo descubrí!! por correo electrónico! Hurra..!!
ResponderEliminar