Me bebo el resto de la Coca –Cola, respiro profundamente,
y me entra un extraño escalofrio en todo el cuerpo; Nacho me quedan
muchas cosas que decirte.
Y qué me dices de los
amigos? Poco a poco fueron alejándose de nosotros, sabias muy bien por donde
atacar a cualquiera de ellos, no podías soportar gente a mi alrededor, si por
ti hubiera sido habría dejado mi trabajo en el Banco, y me hubiera dedicado a
tus dedicaciones… unicamente para ti. Única para ti. Propiedad privada de
Nacho. Lo entiendes? Tenía una vida, tenía amigos, y me la anulaste por
completo hasta encontrarme sola contigo. Pero es lo de siempre, no te das
cuenta, hasta que como si una dia abres un armario en el que vas apilando cosas
y al final está tan lleno que se te cae todo encima. Y me encuentro sin nadie a
quien explicar, a quien recurrir, a quien decir lo hundida que me siento en
este momento. Tu tortura ha dado su fruto, me has anulado en mis relaciones. No
tengo nadie, no están. Vuelta a empezar
Pienso que debi abandonarlo el
dia que sali con mis chicas, llegué bastante tarde, junto a ellas no había
reloj, no teníamos hora de regreso, o al menos eso había ocurrido siempre en
nuestras noches locas y nuestros desayunos vespertinos. Nunca pensé que cuando
llegara a casa te encontraría despierto y después de una mirada de las tuyas, te
pusieras a gritarme para que te diera una explicación de donde había estado. No
le di importancia, más que la tenia, era un simple “ataque puntual de celos”, pero
me equivocaba, fue tu primera agresión verbal; Después vinieron más ataques verbales sin
fundamento que se convirtieron en parte de tu plan de maltrato psicológico.
Recuerdo el día que fuimos de compras, en aquella ocasión necesitaba
unos zapatos para ir a una de tus interminables cenas. Probándome los zapatos y
decidiéndome si ir con un tacón muy alto para que no se viera tanta diferencia
entre tú y yo o uno más normal para ir bien cómoda me dijiste delante de la
dependienta: -Cariño, quédate con los que quieras, igualmente vas a parecer
enana a mi lado- La señorita que nos atendía no sabía donde mirar y yo te miré
a los ojos… y como tu manera de reaccionar causa-efecto ha sido siempre tan fulminante me sonreíste diciendo… -es broma,
con los dos vas a estar fantástica- .
Y sin darme cuenta ya habías empezado a ridiculizarme en sitios
públicos, y en la cena de aquella ocasión te pavoneaste de mesa en mesa junto a
las solteras-divorciadas-singles de tu profesión que estaban en el evento. Me
quedé en nuestra mesa tomando una copa y otra…. Hasta que un “colega de
profesión”, Javier, vino a mi rescate, ahora pienso que él te conocía más que
yo, y no quería que me sintiera mal. Al verle sentado conmigo charlando de
cosas triviales, de mí trabajo en el banco, de mi música preferida, de
libros…. Tu reaccionaste y como el alma
que lleva el diablo te presentaste en la mesa interrumpiéndole de la manera más
brusca y maleducada que he visto jamás y dijiste: -Cariño, es hora de irnos- Y así
como una muñeca me sentí manipulada de un sitio a otro, ahora en la sala del
evento y un segundo más tarde sentada en el coche camino a casa. Sabes? No voy
a olvidar a Javier, el traumatólogo anti-traumas.
Y con esto quiero hablarte de tus “silencios especiales”, aquellos que
repentinamente se instalan entre tú y yo. No son por ninguna causa concreta,
simplemente pasan. Te quedas en silencio, miras al horizonte sin mirar nada, no
me hablas, no me dices nada, ni un gesto, sin expresión, y yo no sé qué decir,
no me contestas, ni haces nada solo me ignoras. Y estos silencios han podido
llegar a durar un fin de semana entero… bonita manera de pasarlo juntos.
Ahora que recuerdo esto, hubiera
tenido que preparar una bolsa con mis cosas más personales y huir de un portazo
a mi pequeño apartamento. Sola y en silencio pero tranquila y acompañada de mis
cosas, mis libros…. Que cobarde he sido, no hago más que repetírmelo. O que
enamorada estoy de ti para no ver estos detalles y aguantar días sin que tú me
hagas el menor caso
Nacho me viene ahora a la memoria la cualidad tan grande que tienes de
no escuchar lo que no te importa. El día que me llamaron de Recursos Humanos
del Banco para comunicarme mi cambio de oficina y mi ascenso, salí de la
oficina dando saltos, un mejor puesto y una retribución más importante. Me
sentía feliz y realizada. Muchos años en una ventanilla, luego de segunda de a
bordo y por fin había llegado lo más luchado: el ascenso.
No quise llamarte por teléfono, esperé que llegaras por la noche a casa
para decírtelo, preparé unas copas, puse la música que te gusta Pancho Céspedes
y cuando llegaste miraste las copas y con
una frase me dijiste:
-Celebramos algo?-
Estaba tan ilusionada que no me salía la frase, al final pude decir:
-Nacho, me han ascendido, dejo la oficina donde estoy y voy a ser la
directora de otra oficina.
No sé, esperaba un abrazo por tu parte, una felicitación, un brindis,
algo…. Y lo que me comentaste fue algo así
como:
-Vaya día hemos tenido en el Hospital, ha sido agotador y encima la
consulta, tendré que plantearme no trabajar tanto.
Ehhhh, perdona, que me has dicho? te acabo de anunciar que me han
ascendido en mi trabajo, que me muero de ganas de empezar en la nueva oficina,
que por fin se ha visto recompensado mi trabajo y tú me sueltas que has tenido
un día agotador en el Hospital y que te tienes que replantear no trabajar
tanto.
Agache, la cabeza, cogí la copa, me fui hasta la cocina, vacié el vaso.
Abrí la nevera, vi un bol de pasta, lo coloqué en el microondas. Ti-ti-ti….
–Nacho, la cena esta lista, vienes?
Y me fui comiendo el plato de pasta a golpe de lágrima ahogada e hipos
mudos, luego te fuiste a la sala, encendiste el televisor, volviste a recuperar
tu copa y oportunamente te pusiste a ver un partido de futbol.
Me fui a la cama con la felicidad de mi logro personal y con la
infelicidad de no poder compartir mis pequeñas victorias contigo.
Levanto los ojos de la pantalla y
me doy cuenta que la ropa sigue tirada en el suelo, miro la hora y tengo que
darme prisa, no quiero que llegue a casa
y me vea así. He de estar fuera antes de las tres.
Nacho, ya va siendo hora que vaya acabando mi carta, solo me queda por
decirte que te he querido tanto como siempre te decía:
-Nacho, te quiero tanto como ir a la luna y volver! Ya sé que era una
metáfora y tú te lo tomabas a risa, como tantas cosas que te has tomado a risa
sobre mí.
Y no voy a olvidar nuestras noches, nos daba el amanecer abrazados en
la cama, me sentía tan bien, tan segura, pero como los castillos de arena que
caen con el viento, la primavera se llevo nuestros deseos aparcando nuestras
noches de un lado. Mi dulce deseo se fue de vacaciones, no quería habitar en
una alma herida, pero hoy aún te sigo queriendo y me hago daño escribiéndote, me
hago daño auto inculpándome de cosas y me estoy dando cuenta a golpes en el
alma que la culpa ha sido tuya. Tu toxicidad me ha envenenado.
Adiós Nacho.
Malena.
Estoy cerrando mi última maleta,
es curioso que 10 meses quepan en 4 maletas. El ruido de la cremallera me
produce una rebrinco en el corazón.
Saco las llaves de lo que hasta
ahora era mi casa y las dejo en la habitación junto a la carta y el anillo del
que presumías que “sellaba nuestro amor”.
Pulso el botón del ascensor,
aguanto la puerta con una maleta y voy metiendo las otras tres, una última
mirada, ya está todo y aprieto planta sótano. Recuperaré mi coche, hasta ahora
casi no lo había utilizado, solo para ir al banco y volver.
La puerta se abre, no estamos en
el sótano, estamos en la planta baja y veo la figura de un hombre en frente mío,
es Antonio, el conserje.
Me mira con cara extraña, a lo
que yo le contesto con una mirada escondida en unas gafas de sol en un día de
lluvia.
-Señora, le ayudo?
-No, gracias Antonio, voy al
garaje……
Sigo mi viaje al garaje, pongo
las maletas como puedo en el coche y me dirijo a la rampa.
Antonio siempre tan reservado ha
bajado por la escalera y lo veo al pie de la puerta, me abre el parking. Me
saluda con la mano, y al ver la lluvia como cae en el cristal del coche mis lágrimas
empiezan a rebotar en mis mejillas.
Hoy es el principio de una nueva
vida.
LLUIS LLACH -QUE TINGUEM SORT- (QUE TENGAMOS SUERTE subtitulada)